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Alabanza de Denis Rancourt

3268492487_0243397d83_mEl profesor de física de la Universidad de Ottawa (Canadá) Denis Rancourt decidió no evaluar a sus alumnos -mejor dicho, decidió darles la máxima nota desde el principio:

[Its is not my job] to rank their [students] skills for future employers, or train them to be “information transfer machines,” regurgitating facts on demand. Released from the pressure to ace the test, they would become “scientists, not automatons”.

Lo han despedido con una violencia inusitada: “In December, the senior physicist was suspended from teaching, locked out of his laboratory and told that the university administration was recommending his dismissal and banning him from campus”. Pero no solo eso, lo tratan como a un delincuente:

Firing a tenured professor is rare in itself, but two weeks ago the university took an even more extreme step: When Prof. Rancourt went on campus to host a regular meeting of his documentary film society, he was led away in handcuffs by police and charged with trespassing.

Pueden leer la noticia completa aquí. D’Arcy Norman se hace eco del hecho en su blog y lo comenta acertadamente -aunque echo a faltar un comentario sobre la forma en que está siendo tratado:

As we continue moving toward a more individual and portfolio-driven assessment of a person’s abilities, philosophies, and educational contexts, grades become less meaningful anyway. What may have been lacking in Rancourt’s class was some concrete means for students to document and describe their learning, once their A+ grade had been essentially rendered meaningless as an assessment metric.

La actuación de Rancourt me parece ejemplar, y el hecho de que haya suscitado tal “rancour” en su contra por parte de la universidad me parece que indica que ha puesto el dedo en la llaga de un sistema que se mantiene mediante la coacción evaluativa. Como bien dice: “Grades poison the educational environment. We’re training students to be obedient, and to try to read our minds, rather than being a catalyst for learning”:

[vía elearnspace]

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4 Comments

  1. Daniel Jiménez says:

    En la institución donde yo trabajo la evaluación es parte del trabajo de forma que está claro que si no evaluara o lo hiciera de forma no prevista o admitida por esa institución que me paga se pensaría que no hago mi trabajo y por tanto estaría faltando a mis obligaciones.

    Ahora bien, se puede pensar esta función de los profesores universitarios y el debate sería interminable. Para mí, el problema del profesorado universitario, hasta donde conozco, no es que evalúe sino que “sólo” evalúa. Pienso en muchos profesores para los que enseñar es un obstáculo en su carrera como investigadores y que cuando bajan al suelo, la única relación que tienen con el aprendizaje y con los alumnos es la evaluación.

  2. Emilio Quintana says:

    En mi opinión, la evaluación hoy en día se ha convertido en una forma de coacción y estandarización que impide el aprendizaje. Lo que se evalúa, se devalúa. La evaluación estandarizada tal y como la conocemos no existía antes de la revolución industrial. Es un fruto de las cadenas de montaje y solo sirve para generar clones y coartar la libertad y la innovación.

    Solo hay que mirar cómo está la Universidad para ver que es una fábrica de expedir títulos y poco más. El conocimiento está fuera, afortunadamente, y no se evalúa. Nada libre y auténtico es evaluable. Si se le hubiera hecho una evaluación a Colón después de descubrir América, no la habría pasado. El informe de la inspección habría sido: “El sujeto no pasa la evalución, ya que no ha encontrado las Indias como era su tarea, sino un nuevo continente”. Nada valioso ha producido el ser humano si ha tenido que pasarlo por mecanismos de evaluación.

    La reacción tan virulenta del estamento académico en Canadá da una idea de que se ha tocado un punto clave en el sistema coactivo institucional. En el caso de Rancourt llama la atención el odio y la hipocresía por parte de una institución que se presenta como innovadora y abierta a nuevas propuestas de puertas afuera.

  3. Isa Leal says:

    pues yo tenía una profe en la universidad que hacía más o menos lo mismo, nadie suspendía, el sobresaliente era la nota “general” a menos que no hubieras aparecido nunca por clase. Muchos compañeros se reían y se “aprovechaban” de la situación, pero para otros era la oportunidad de aprender (y aprendimos mucho) sin la “presión” de la nota o el examen. A mí me parece una medida estupenda. Los que queríamos hacer cosas, las hacíamos, los que no, pasaban por su asignatura como por las demás.
    a ella no la echaron, es más, era la jefa del departamento…

  4. Bibiana says:

    Yo estoy de acuerdo con la idea de D’Arcy de que quizás la solución pase por buscar algún tipo de alternativa que, sin evaluar, permita ver y documentar el proceso de aprendizaje. No me parece muy práctico ni realista el poner a todos los alumnos una misma nota, ya que eso no solo no refleja la realidad, sino que tampoco aporta ningún dato sobre el aprendizaje que está teniendo lugar (o no, como apunta Isa) en el aula.

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